Cada vez que se habla de liderazgo, surge la eterna pregunta: ¿El líder nace o se hace? Personalmente, creo que cada uno de nosotros ya es un líder. No en potencia, no como algo latente, sino como alguien que lidera de manera inconsciente. Porque, al menos, todos lideramos a una persona: a nosotros mismos.
Cada decisión que tomamos —desde la más cotidiana, como qué comer o qué ver en internet, hasta las más trascendentales, como cambiar de trabajo o terminar una relación— tiene impacto. Afecta nuestra mente, cuerpo y espíritu, y también nuestro entorno: las personas con quienes nos relacionamos, los espacios que habitamos. Y ese entorno, a su vez, nos afecta de vuelta. Es un círculo constante de influencia.
Siempre estás influyendo. A ti mismo, sí, pero también a los demás: a tu hijo, a una colega, a tu jefe, a un subalterno, o incluso al mesero que te atiende en una cafetería. Generas un impacto en todo lo que comunicas y en cómo lo comunicas.
La diferencia está en hacerte consciente de eso. De decidir qué tipo de líder quieres ser: primero contigo mismo, luego con los cercanos y, finalmente, con la sociedad. Porque el liderazgo, en su forma más esencial, es el poder de influir, seas consciente o no.
Según el libro Líder de 360° de John Maxwell, se puede liderar desde cualquier posición dentro de una organización. Personalmente, creo que una “organización” puede ser desde una pareja hasta una comunidad entera. Maxwell sostiene que la influencia se gana, no se entrega por un título o un cargo. Un líder de 360 grados es alguien que influye hacia abajo (subalternos), hacia los lados (pares) y hacia arriba (superiores).

La posición no hace al líder. El líder hace la posición
Y si te haces consciente de que siempre estás liderando —primero tu vida, luego a otros—, debes decidir si serás un líder positivo o negativo.
Aunque hay muchas cualidades en un liderazgo positivo, creo que hay tres fundamentales:
🔹 Coherencia: alinear lo que piensas, dices y haces. Primero contigo mismo (autoliderazgo) y luego hacia tu entorno.
🔹 Mejora continua: nunca seremos perfectos. Pero siempre podemos trabajar nuestras debilidades y crecer, por nosotros y por los demás.
🔹 Servicio: la verdadera transformación ocurre cuando pones tus talentos y capacidades al servicio de otros.
Imagina a un presidente al servicio de su país, a un político, médico, colega o vecino cuyo propósito sea servir…
¿Cómo sería nuestra sociedad?
Y tú, ¿Qué tipo de líder quieres ser?
Por: Rodrgio Aguayo Pantoja