La industria textil es la segunda más contaminante a nivel global, después del sector agrícola. Su posición se debe a la gran cantidad de agua que se utiliza en la producción de prendas, así como también a la contaminación producida por los materiales y sustancias utilizadas en dichos procesos, las cuales han ocasionado una problemática mundial: el exceso de microplásticos en el ambiente.
Más de 215 millones de litros de agua son usados anualmente para la fabricación textil, desde la producción de materias primas hasta su circulación. Según la ONU, la fabricación de unos jeans requiere unos 7500 litros de agua, equiparable a lo que una persona promedio bebe en siete años. Este hallazgo enfatiza los impactos significativos de la industria de la moda en los recursos hídricos y resalta la urgencia de adoptar prácticas más sostenibles.
El color en la industria textil destiñe al medio ambiente
Las prendas de colores vibrantes y llamativos pueden ser utilizadas como una forma de expresión del estilo personal. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las sustancias químicas y remanentes del proceso de teñido, pueden tener un impacto negativo en los ecosistemas.
Ricardo Figueroa, académico de la Facultad de Ciencias Ambientales del Departamento de Sistemas Acuáticos de la Universidad de Concepción e investigador del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y Minería (CRHIAM), advierte que la coloración de la ropa, como parte del desarrollo de la industria textil, ha sido uno de los grandes problemas que trae la fabricación de prendas. Esto se debe a que los químicos utilizados para la tinción poseen metales pesados y otros contaminantes que representan un riesgo para el medio ambiente.
Asimismo, menciona que gran parte de las telas son sintéticas, y la degradación de estos materiales genera lo que se conoce como microplásticos, los cuales terminan en los océanos afectando a la flora y fauna marina. Además, recalca que el problema del exceso de consumo de estos componentes, radica en que la ropa no se utiliza hasta desgastarse, si no más bien, se termina en un ciclo de consumo acelerado de acuerdo a los estilos que estén en temporada.
Presencia de microplásticos en la industria de la moda
Las telas sintéticas, como el nylon, con el desgaste de sus fibras, se descomponen en pequeñas partículas conocidas como microplásticos. Estos al no degradarse con facilidad, al ser liberados por las industrias o en los lavados domésticos, han llegado a contaminar incluso a los alimentos que consumimos a diario.
Manuel Meléndrez Castro, investigador USS, Facultad de Ciencias para el cuidado de la salud, explica que la industria textil trabaja con dos tipos de fibras: las naturales, como el algodón, y las sintéticas, como el poliéster, estos últimos derivados del petróleo.
“Las microfibras se desprenden durante el lavado de ropa, y cuando se limpia el filtro, estos componentes terminan en el fondo marino. Las fibras textiles, ya sean naturales o sintéticas son uno de los miles micro fabricantes de microplásticos en el mundo, por ende de los mayores propulsores de contaminación”, concluyó Meléndrez.
El océano se queda sin oxígeno
Los pesticidas utilizados para la preservación del algodón tienen un nivel de degradación que resulta perjudicial tanto para el océano como a las criaturas que viven en él.
Ciro Oyarzún, profesor del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción y doctor en Zoología marina, hace mención a que la cantidad de químicos en estos pesticidas pueden agotar el oxígeno en sectores del mar, ríos o lagos, generando zonas mínimas de oxígeno, por ende, “la fauna del sector termina falleciendo o presenta modificaciones en sus organismos, ya que muchas especies definen su sexo en base a las hormonas, cualquier alteración podria generar alteraciones poblaciones completas”, añadió el academico.
La tierra y alimentos se ven afectados
En la tierra existe un 20 % más de contaminación por microplásticos que en el agua, afectando a microorganismos del suelo, a plantas e incluso llegando a formar islas de basura en ciertos lugares.
De esta manera, gran parte de los alimentos que se obtienen de la tierra se han visto afectados por los químicos de los plásticos. Como revela Mauricio Schoebitz Ingeniero Agrónomo y doctor en Ingeniería de Procesos Agroalimentarios, “estos se concentran en las raíces, por ende, si uno consume una lechuga no ocurriría nada, pero otros alimentos extraídos directamente del suelo, como la papa, la zanahoria, el rábano, la betarraga, etc, estarían afectados directamente por dichos componentes”.
Moda Sostenible en Concepción
La moda sostenible abarca todos los procesos que protegen al medio ambiente y garantizan condiciones laborales justas para personas involucradas en los procesos productivos de la industria textil. Así, últimamente, se ha posicionado como una opción de relevancia para disminuir el consumo de moda rápida, término que hace referencia a la fabricación masiva de productos de baja durabilidad.
Emprendedores de la región del Biobío, han visto en este mercado una oportunidad para rescatar prendas de alta calidad y brindarles una segunda vida. Constanza Catalán, creadora de La Ropería, una tienda de moda circular inaugurada en 2015, trabaja con ropa europea, ya que como comentó, a diferencia de la industria americana, protege tanto la calidad de materiales, en cuanto a los porcentajes de calidad noble de cada producto, como a la producción de la industria nacional.
El valor de las prendas únicas y de mejor calidad, son parte de los principios que suman a una Moda Sostenible, que se vuelva algo preciado cuidando el medio ambiente.
Asimismo destaca cómo los hábitos de consumo han cambiado entre los penquistas gracias a la concientización sobre la problemática ambiental actual. “La gente de Concepción se abrió a la posibilidad de que la ropa reciclada no es para la gente pobre. Es parte del trabajo hacer que la gente abra la mente, descubra el producto y lo valore, y si bien se pueden encontrar opciones más baratas, nosotros vendemos cosas especiales, que tienen un peso y calidad”.