“No estamos hablando de ideologías, estamos hablando de derechos humanos”: La voz del Dr. Rolando Labraña sobre la Ley IVE en Chile

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Por Valeria Vásquez 

Desde que en 2017 se promulgó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo bajo tres causales, miles de mujeres en Chile han podido acceder a una atención médica que respeta sus derechos, su dignidad y sus decisiones. Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Detrás de cada procedimiento hay historias, tensiones, resistencias… y también profesionales comprometidos, como el doctor Rolando Labraña, quien ha hecho de esta tarea una vocación profundamente humana.

Mi decisión de formarme en este campo no fue casual”, nos cuenta con la serenidad que lo caracteriza. “Como médico, pero también como hombre, me conmovió profundamente ver el sufrimiento de tantas mujeres obligadas a transitar procesos dolorosos en soledad, con miedo, con culpa. Sentí que no podía quedarme al margen”.

El doctor Labraña es uno de los pocos médicos en el sistema chileno que ha asumido con convicción su rol en la atención de interrupciones voluntarias del embarazo. Su trabajo ha estado marcado tanto por la cercanía con las pacientes como por la lucha dentro del propio sistema de salud. “La ley fue un avance, sin duda. Pero su implementación ha sido lenta, despareja, e incluso negligente en algunas regiones del país”, afirma. “Todavía hay mujeres que llegan tarde, que no saben a dónde acudir, o que son rechazadas por equipos que alegan objeción de conciencia institucional”.

Lo que debería ser un derecho garantizado, muchas veces se convierte en un laberinto burocrático y emocional. “Hay mujeres que viven un calvario tratando de hacer valer una ley que, en la práctica, no siempre se cumple. La violencia no es solo física, también es institucional”.

Según el doctor Labraña, uno de los mayores desafíos es la falta de preparación del personal médico y la ausencia de protocolos claros. “Muchos profesionales simplemente no saben cómo actuar, no han sido capacitados. Y eso, sumado a sus creencias personales, termina en vulneraciones directas hacia las pacientes”.

En cuanto a las diferencias entre el sistema público y privado, es claro: “En el sector público el acceso es más formalizado, pero hay trabas. En el privado, todo depende de la institución. En ambos hay resistencias, pero también hay equipos maravillosos que hacen su trabajo con compromiso y empatía”.

Uno de los temas más delicados es el estigma que todavía pesa sobre quienes participan activamente en estas atenciones. “Pero me sostengo en la convicción de que estoy haciendo lo correcto. No se trata de imponer nada a nadie, sino de respetar la decisión de una mujer en momentos críticos de su vida”.

El doctor Labraña insiste en que la formación es clave: “Se necesita más que técnica. Se necesita una comprensión ética, legal y emocional de lo que significa acompañar a alguien en este proceso. Y en Chile, lamentablemente, aún estamos al debe”.

No estamos hablando de ideologías. Estamos hablando de empatía, de justicia y de derechos humanos. Acompañar a una mujer en su decisión de interrumpir un embarazo, cuando así lo establece la ley, es parte de una medicina ética y comprometida con la vida… con la vida digna”.

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