En un mundo devastado por una pandemia, donde los humanos se vuelven más temibles que los infectados, The Last of Us no es sólo una serie sobre supervivencia: es una historia sobre vínculos, cuidado y afectos. Y en el centro de todo está Pedro Pascal, actor chileno radicado en Estados Unidos desde los nueve meses de edad, que ha logrado traspasar la pantalla con su interpretación de Joel Miller.
Miller es un hombre endurecido por la pérdida, pero cuya humanidad se va reconstruyendo a medida que avanza junto a Ellie, una adolescente que podría salvar al mundo. Lo notable es la apertura emocional de Joel, que evoluciona desde un profundo dolor a una resiliencia inspiradora, es la encarnación de esa ternura contenida que sobrevive incluso cuando todo parece perdido.
En tiempos donde abundan los discursos de poder, fuerza y dominación, la figura paternal de Joel aparece como una resistencia suave. Su dolor no lo hace menos fuerte, sino más humano, también nos recuerda que también se puede proteger con palabras, con miradas y, hasta, con los silencios.
Incluso en escenarios postapocalípticos, el amor, puede ser un motor más poderoso que la violencia.
The Last of Us también es un hito porque viene desde el videojuego, del mismo nombre, a un medio históricamente valorado que, gracias a la serie emitida todos los domingos por HBO, demuestra su capacidad de narrar emociones complejas.
Y que el actor, que interpreta a uno de los protagonistas de la historia, sea de origen chileno-estadounidense, nos habla de cómo se están transformando los imaginarios culturales: ya no somos sólo los villanos, los personajes secundarios, los olvidados de en las miles de historias en el mundo del streaming. Somos el corazón de la historia.
José Pedro Balmaceda Pascal se ha convertido en una figura televisiva que cruza generaciones y geografías. Su indudable talento actoral transforma a cada uno de sus personajes en íconos de la cultura pop y nos entrega esa cercanía que es poco común en las estrellas televisivas de hoy: habla con humor, con calidez, con sencillez.
Se muestra vulnerable, accesible, humano, como si también él nos dijera que incluso cuando el mundo se cae a pedazos todavía hay espacio para la ternura.
Por: Omahyra Verdugo Guerrero