Leer en dificultad legendaria: El desafío de la Dislexia

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Leer es una actividad que realizamos a diario y, debido a esta cotidianidad, podría parecer una acción intuitiva. Pero, ¿realmente es tan sencilla como parece? Y más aún, ¿qué significa leer exactamente?

Según la RAE, leer es “pasar la vista por lo escrito o impreso comprendiendo la significación de los caracteres empleados”. Sin embargo, para que este proceso ocurra deben intervenir funciones cognitivas de alto nivel que comprometen múltiples áreas del cerebro. La zona parietotemporal, por ejemplo, se encarga del reconocimiento de palabras; las áreas perisilvianas procesan la sintaxis; y el lóbulo frontal juega un papel clave en la comprensión semántica. Aunque cada zona tiene una función específica, leer es posible gracias a la conexión y colaboración de todas estas áreas.

Nuestro cerebro es, sin duda, una maravilla. Gracias a su organización, somos capaces de aprender el sistema escrito de nuestra lengua, lo que nos permite leer y escribir. El aprendizaje de la lectoescritura es uno de los primeros grandes retos que enfrentan las niñas y niños en la escuela, y se perfecciona a lo largo de los años mediante la práctica y el desarrollo cognitivo. Sin embargo, en algunos casos, leer deja de ser un proceso de aprendizaje natural y se convierte en un verdadero desafío. Ese es el caso de la Dislexia.

  1. ¿Qué es la dislexia?

La dislexia puede definirse desde varias perspectivas. Una de las más comunes la describe como un trastorno del lenguaje que dificulta el aprendizaje de la lectura, afectando también la escritura (Defior & Serrano, 2012). Cuetos (2010) ofrece una definición más precisa al señalar que, aunque se entiende comúnmente como una dificultad para leer, el término debería reservarse para los casos en los que existe una alteración neurológica. Esta puede ser adquirida, tras un accidente, o de desarrollo, cuando la persona nace con dicha alteración. En este artículo nos centraremos en la Dislexia del desarrollo.

Aunque aún no se comprende del todo su origen, varias investigaciones apuntan a causas genéticas: Anomalías en los genes encargados de codificar proteínas implicadas en la migración neuronal durante las primeras semanas del desarrollo fetal. Esta migración es clave para la formación adecuada de las áreas cerebrales responsables de la lectura. Por tanto, la dislexia es una condición neurológica específica, y no está relacionada con la inteligencia. De hecho, muchas personas con Dislexia tienen una inteligencia igual o superior al promedio.

  1. ¿Cómo se manifiesta?

Cuando las áreas cerebrales encargadas de la lectura presentan alteraciones, los métodos de enseñanza tradicionales resultan poco eficaces. Los niños con dislexia suelen enfrentar dificultades como: Confusión en la orientación espacial (por ejemplo, izquierda y derecha), problemas para asociar letras con sonidos, inversiones de letras o números, errores frecuentes de ortografía y gramática, y una comprensión lectora limitada, especialmente en los primeros años de escolaridad. Toda su atención se concentra en el acto de leer, dejando en segundo plano el significado del texto (Changedyslexia, 2021).

Es importante destacar que tener Dislexia no significa leer «al revés», tener lapsus lingüísticos o equivocarse ocasionalmente al leer. Estas ideas erróneas suelen minimizar lo que realmente implica esta condición. La Dislexia es una dificultad persistente durante toda la vida que se manifiesta con fuerza en los primeros años de escolarización, donde el retraso lector se vuelve muy evidente y se siente, literalmente, como un muro que cuesta atravesar.

  1. ¿Qué ocurre en el cerebro?

Uno de los modelos más utilizados para entender la lectura es el modelo dual conexionista de Coltheart y colaboradores (2001), que propone dos rutas: La fonológica y la léxica. La ruta fonológica permite leer letra a letra, como se enseña en la escuela; la léxica, en cambio, permite reconocer palabras enteras, algo que los lectores expertos hacen de manera automática.

Cuando la ruta fonológica no funciona correctamente, se presenta la dislexia fonológica, dificultando la asociación entre letras y sonidos. Si falla la ruta léxica, se trata de una dislexia superficial, que afecta la fluidez y comprensión. Cuando ambas rutas presentan dificultades, se habla de dislexia profunda, la más compleja de abordar. Existen subtipos aún más específicos, pero esos los trataré en otra ocasión.

Un sistema nervioso adaptable

A pesar de las dificultades, no todo está perdido. El cerebro posee una capacidad extraordinaria llamada neuroplasticidad, es decir, la posibilidad de generar nuevas conexiones neuronales frente a estímulos. Esta capacidad es especialmente activa durante la infancia y la adolescencia (de 0 a 12 años aproximadamente), lo que convierte estos años en un periodo crítico para intervenir de manera eficaz.

Durante esta etapa, las personas con Dislexia buscan y desarrollan estrategias propias para enfrentarse a la lectura. En ese proceso, descubren habilidades y fortalezas que seguirán desarrollando a lo largo de su vida. La constancia, la disciplina y el apoyo adecuado pueden marcar una diferencia enorme.

No es el fin, es solo el principio

Tener Dislexia no es un reto menor. No se trata simplemente de superar un obstáculo, sino de jugar en modo difícil desde el inicio. Es como pasarse un videojuego en dificultad legendaria: Los mismos niveles que los demás, pero mucho más exigentes. Requiere convertirse en un jugador excepcional, aprender de cada error y avanzar con una armadura hecha de perseverancia.

Pero quiero cerrar con algo más personal. No escribo esto solo como lingüista, ni como científica, ni como investigadora especializada en el tema. Lo escribo también como una persona con Dislexia. Sé de primera mano lo difícil que puede ser adaptarse a un sistema educativo que no está diseñado para nosotros. Pero también sé que no es una condena al fracaso académico. Con empeño, paciencia y constancia, es posible no solo adaptarse, sino incluso aprovechar esa diferencia como una ventaja.

No es fácil. Pero se puede.

Dio Torra R. @cienciascondio

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