Por Nicol Navarrete
Una formulación tópica desarrollada a partir del cochayuyo, alga típica de las costas chilenas, podría representar un avance relevante en el tratamiento del herpes simple tipo 1 (HSV-1) en su forma recidivante. Se trata de Dermovirox, una innovación biotecnológica liderada por la empresa Algiddeon Biotech SpA, en colaboración con investigadores de la Universidad de Concepción y la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Este proyecto fue recientemente reconocido con el primer lugar en el concurso Start-Up Ciencia 2025, organizado por ANID, entre más de 300 propuestas a nivel nacional. El equipo está conformado por Ignacio Rojas Barrientos -gerente-, la Dra. Carolina Gómez -directora de proyecto y académica de la Facultad de Farmacia UdeC- y el Dr. Cristian Agurto Muñoz – investigador del Centro de Biotecnología y académico del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, UdeC-.

Más allá del tratamiento: regeneración y menor resistencia
El herpes simple tipo 1 afecta a miles de millones de personas en el mundo, y cerca del 30% presenta cuadros recurrentes. Dermovirox busca ofrecer una alternativa segura, eficaz y sustentable basada en compuestos bioactivos del Durvillaea antarctica (cochayuyo). Las pruebas preclínicas han mostrado resultados promisorios, con reducción en la duración,
intensidad y severidad de los brotes en comparación con tratamientos convencionales.
Una de las ventajas de esta formulación tópica es su potencial para minimizar efectos adversos asociados a antivirales orales prolongados. Además, posee propiedades antiinflamatorias, regeneradoras y cicatrizantes. Según Agurto, podría interferir en fases tempranas del ciclo viral y potenciar la inmunidad local, con una acción sinérgica que reduciría
el riesgo de generar resistencia.
“La idea es avanzar hacia una formulación estandarizada que permita llevar este desarrollo a la clínica”, explica el Dr. Agurto, quien también es cofundador de Algiddeon Biotech. La investigación apunta a comprender el mecanismo de acción de los compuestos responsables del efecto antiviral, lo que permitiría mejorar la precisión terapéutica.
Ciencia con identidad local
Uno de los pilares del proyecto es su fuerte vínculo territorial y social. La materia prima se recolecta a través de comunidades costeras —principalmente lideradas por mujeres— lo que integra un componente de desarrollo local y sostenibilidad.
“Incorporar a estas comunidades en procesos biotecnológicos de alto valor agregado contribuye a su reconocimiento y empoderamiento”, destaca el investigador.
“Los desarrollos como este demuestran que es posible reducir la brecha entre la ciencia universitaria y la industria, y que podemos generar innovación desde Chile con proyección global”, afirma Agurto. Para lograrlo, subraya, es clave el trabajo colaborativo, el financiamiento público y privado junto a una visión estratégica clara.
Este avance no solo abre nuevas posibilidades para el tratamiento del herpes recidivante, sino que apoya el valor de aprovechar los recursos naturales y el conocimiento local para crear soluciones innovadoras con impacto real. Refleja cómo la ciencia chilena está preparada para enfrentar desafíos globales, promoviendo a la vez desarrollo sostenible y bienestar en las comunidades que forman parte de este camino.