Cuando comienzan a sentirse síntomas digestivos incómodos, muchas personas piensan que se debe a tal o a cuál alimento y comienzan paulatinamente a dejar de seleccionarlos en el pensamiento que son el origen de su malestar. Este hecho es más que habitual si coincide con la ingesta de un alimento poco habitual. En principio, la sensación o síntoma cardinal es la distensión abdominal, esto es, ver su abdomen hinchado o sentirse hinchado, luego de ingerir algún tipo de alimento o bebida. A su vez, hace varias décadas se han venido introduciendo diversa cantidad de alimentos preparados o con aditivos para otorgarles un mejor sabor, consistencia, color y hasta mayor durabilidad una vez empacados.

Suma a todo, esto el poco tiempo disponible no solo para la preparación, sino también para la alimentación. Esta dieta del “apresuramiento” puede desarrollar algún grado de incomodidad digestiva o de la vida de relación.
Quizás el punto de partida sea la alteración de la permeabilidad intestinal con distensión. Que aumente la permeabilidad intestinal significa que comiencen a pasar a través del intestino sustancias que de otra forma no pasarían, instalando una inflamación leve local, con algún grado de compromiso o asociado a la actividad del sistema inmune. Estas condiciones tienen que ver con la producción de algún grado de inflamación o alguna de las diversas enfermedades intestinales, que pueden llevar a la consulta. En este último caso, debe ser evaluada y puede ser objetivada con alguna serie de análisis de laboratorio y estudios complementarios para recomendar acciones para su tratamiento.

El proceso por el cual aumenta la permeabilidad intestinal permite que determinadas sustancias que de otra forma no atravesarían la pared intestinal, a partir de su alteración sí lo hagan y además, se acompañan de alteraciones de la microbiota o disbiosis intestinales. Como se ha señalado estas sustancias “extrañas” pueden desencadenar la acción mediada por el sistema inmune. En este sentido, deben llamar la atención los resfríos a repetición, rinitis, urticaria, picazón, alteración de los ritmos evacuatorios y la consistencia evacuatoria, ansiedad prolongada, náuseas continuas, fatiga, alteraciones menstruales, cefaleas y migrañas, entre otras (Arrieta, 2006) (Camilleri et al., 2012). Estas situaciones tal como se ha indicado, pueden ser resueltas en un tiempo perentorio, donde la dieta y determinados complementos nutricionales, de ser necesarios, terminan devolviendo la condición a un estado saludable. Muchas alteraciones o disfunciones intestinales pueden ocurrir y no por ello conforman una alteración o trastorno alimentario.

Sin embargo, el hecho de comenzar a elegir los alimentos con cautela, en el supuesto que sienta mal, puede de a poco ir instalando una dieta cada vez más restringida, generando preferencias muy variadas, pero con patrones similares que hacen que la situación se agrave o se perpetúe así misma. Esto es así, porque comienzan a perderse ciertos nutrientes, todo lo cual lleva a carencias nutricionales pequeñas pero determinantes.
En este proceso, que se va instalando paulatinamente, lo que inicia con evitar algunos alimentos, ser selectivo o iniciar una dieta estricta, puede ir instalando en cierto grupo de personas un trastorno. Este trastorno descripto inicialmente en niños “quisquillosos para comer”, se reconoce cada vez más en adultos y consiste en la evitación y/o restricción en la ingesta de alimentos, llamada también trastorno de alimentación selectiva (Avoidant/Restrictive Food Intake Disorder – ARFID).
Aparentemente, la creciente popularidad de dietas restringidas, el hecho de bajar de peso rápidamente, especialmente entre aquellos con ansiedad, así como también en las personas con alguna enfermedad intestinal sin un seguimiento médico o asesoramiento adecuado, tienen que ver con la ocurrencia de este trastorno cada día más reconocido en la población.

Ocurre que algunas personas con problemas previos, relacionados con la alimentación, terminan ingresando en un proceso de búsqueda constante de alternativas dietarias e incurren en la restricción de la ingesta de alimentos, a punto tal, que puede ser tan perjudicial para la salud como otros trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia.
Tal lo señalado, ARFID es uno de los trastornos alimentarios más comunes en los niños, pero las tasas en los adultos han venido en aumento, sobre todo en los adultos más jóvenes. Aun cuando es un problema que puede presentarse en cualquier edad, el problema no es no es difundido, a pesar de que alcanza al menos a un 10% de la población adulta joven (Nakai et al., 2016) (Sánchez-Cerezo et al., 2023) (D’Adamo et al., 2023). La actitud melindrosa para la alimentación debe ser observada porque puede afectar la vida personal y profesional de una persona, generando problemas importantes a largo plazo.
Cuando comer es una pérdida de tiempo
Como muchos otros problemas de la vida diaria, uno de los desafíos más importantes es llegar a reconocerlo o que se está entorno a un problema alimentario. Estas cuestiones a veces se inician en la infancia, porque es en esa situación infantil en que los caprichos alimentarios se normalizan y luego se trasladan a la adultez. Esto mismo, así naturalizado, hace que no se busque ayuda o tratamiento.
Suele ocurrir que las personas en la adultez, digan o señalen que alimentarse es una pérdida de tiempo, lo cual manifiesta un desinterés por la comida, desinterés general o evitación de diversos alimentos. También ocurre que rechacen de forma persistente algunos de ellos por sus colores, texturas u olores. Estas personas por lo general evitan verduras y frutas frescas, sumado a una restricción a beber agua, a menos que sea alguna bebida gaseosa o infusión particular. Por lo general, en este trastorno se reconoce a personas cuya dieta se encuentra basada únicamente en glúcidos, alimentos ricos en carbohidratos como pan o pasta durante períodos prolongados. Otra forma de rechazo al alimento es el temor por enfermarse o ahogarse con la comida.

Una vez más, tomar conciencia plena de nuestra actividad corporal, estar atento de las alteraciones digestivas y propender a una dieta diversificada, con poca repetición semanal es una de las formas de mantener nuestra salud de manera integral.
Por Dr. Alejandro Malpartida y Dra. Soledad Mayol Vita Salus, Argentina.